Me desperté sacudido por un movimiento brusco y el sonido de tierra que crujia.
Vivía yo con mi abuela (la mayoría de mis años los viví ahí) y dormía con Memo en el segundo piso. Me bajé de la cama como pude, me asomé por la escalera, y el campanario de la iglesia de San Rafael, se movía como se mueven las palmeras, de un lado a otro, como si quisiera caerse, después entendí que era la visión óptica que producían los movimientos telúricos.
Todo lo recuerdo como en sueños, y más la huída histérica de la casa, conidmentada por los gritos de mi abuela y de mi madre, porque yo estaba en el segundo piso. Con Memo ya en la escuela, me acerqué a la escalera (que en ese entonces NO tenía pasamanos y abajo apareció Pepe y sin pensarlo, antes de terminar de bajar por completo, pegué un rinco y cerré los ojos, todo sonaba, todo chocaba entre sí, platos, muebles y no abrí los ojos hasta que estábamos en la calle y al abrirlos, vi de nuevo el campanario, no dejaba de moverse de un lado a otro.
Después, algún simpatico periodista, a manera de catarsis describía:
DieciMUEVE de sepTIEMBLE de MILMOVIMIENTOS ochenta y SISMO.
Han pasado ya 22 años.
Hasta luego.
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